La fiebre Liszt fue el frenesí que el autor despertaba en sus seguidores durante sus actuaciones en el siglo XIX. Este sentimiento se produjo por primera vez en Berlín en 1841 y Heinrich Heine en una publicación de la temporada de conciertos de París en 1844, lo llamó Lisztomanía. Estaba caracterizada por la histeria del público llegando al punto de arrancar las cuerdas del piano al finalizar el concierto.