Shirley, fue uno de tantísimos hombres de talento cuya carrera fue limitada por la discriminación racial. Pianista y compositor de jazz, estudioso de la música y virtuoso del piano, este hombre nacido en Florida el 29 de enero en 1927, encarnó en vida al prototipo de dandy cultivado y con inquietudes.
Durante los años 50 y 60 desarrolló su carrera al calor del sello neoyorquino Cadence, que le editó una veintena de álbumes. Fue un genio inquieto que experimentó con el jazz, nunca sin llegar a pervertir sus influencias clásicas, trabajando con géneros y formatos, diluyéndolos a su antojo y tomando como inspiración las novelas de James Joyce y clásicos de la ópera bufa.
Shirley nació en el seno de una familia acomodada, de padre pastor episcopal y madre profesora. Su talento salió a relucir siendo aún un niño, y a los 18 años ya ofreció su primer concierto como pianista clásico interpretando una partitura de Tchaikovsky. Y aunque desarrolló su carrera en el supuestamente más progresista norte, vio como muchas de las puertas se le cerraban por el color de su piel. El artista murió en 2013 a los 86 años, y no es una exageración decir que su nombre quedó injustamente relegado a un pie de página en los libros de historia estadounidense.
Uno de sus primeros valedores, Sol Hurok, ya le sugirió que tomase un desvío pop, ya que el público americano de la época nunca aceptaría a un pianista negro que interpretase música culta. Con todo, Shirley no renunció a su vocación de músico clásico, tocando en orquestas sinfónicas de todo el país, y en sus devaneos hacia un territorio más popular y accesible siempre llenó la música de una pátina sofisticado, con una técnica virtuosa de primer nivel.
En su registro maneja clásicos de Broadway, estándares del blues, canciones espirituales, viejos himnos de trabajo afroamericanos dejando un sustancioso e inabarcable legado de sinfonías, conciertos, cuartetos y óperas.
Te invitamos a disfrutar de semejante talento en el siguiente enlace. Feliz día.